Guerra, de Tejeda
La casa donde nacieron todos ellos, de sucesión
ancestral, está en el sitio que llaman Juan Gómez. La casa que se asomaba a las
fincas de frutales, y que miraba al pueblo, aunque no se viera. Sí, allí donde
llaman Juan Gómez está el lugar de Las Casas, un conjunto de vivienda, balcones
de madera, cuartos de apero, patio de piedra, y algún corral, todo rozando el
barranco que acaba en el pueblo de Tejeda. Desde allí, en ese punto suspendido
donde el lugar de Las Casas parece flotar, desde allí se aprecia en una misma
panorámica el Roque El Fraile, el Roque Nublo, el Roque Bentayga, y al fondo,
el Pinar de Tamadaba antecediendo al pico del Teide. Son los “roques enhiestos”
que definiera Miguel de Unamuno y Jugo cuando los vislumbró. Con un cielo azul
eléctrico, bíblico y limpio, las vistas del día son motivantes, los árboles,
los cercadillos, las cañas del barranco piden que los abracen. Los almendreros,
las higueras que brillan con un verde liso, parejo ¾como de charol¾, y sus troncos entreverados con esas hojas grandes que
dan una sombra única, un frescor perfumado de olor dulce, una sensación de
paraíso que agradecen los pulmones y las feromonas de la felicidad.
De ese mismo tronco de los Guerra de Tejeda salió un
escritor singular, sin parangón en el análisis del habla de Canarias. Un trabajo
largo y minucioso de etnolingüística convirtió a Pancho Guerra Navarro en un
científico de las letras, al que tanto se le debe. Alma inquieta, ¿de dónde
mejor que de los pueblos del interior ¾como Tunte, Tejeda o San Mateo¾ iba a explorar y rebuscar las formas del habla? Una característica
innegable del pariente escritor es su abnegación por el habla del pueblo, lo
que le llevó a estudiar el léxico de Gran Canaria. Es una tendencia arraigada
en la saga familiar, desde el respeto a los débiles hasta ayudar a los pobres,
pasando por ese interés por las cosas de la clase popular.
El
clan de los Guerra de Tejeda instituyó la acción de gracias para el Arcángel
San Miguel, debido a que, en alguna epidemia desoladora, la familia Guerra
salvó la vida, y eludió la enfermedad. Por decenios e incluso siglos, se
mantuvo una férrea devoción al santo. Su culto fue inamovible, si no rayano en
lo obsesivo, ya que muchos miembros de la extensa familia adquirieron el nombre
del santo; en las casas de las distintas ramas parentales colgaban cuadros
alegóricos, y en los cajones privados de las habitaciones descansaban
estampitas del mensajero divino. Pudiera ser que la devoción viniera del origen
remoto de los Guerra de Teror, ya que tenían por oficio Tenientes de Milicia, y
ya se sabe que el Arcángel San Miguel, según la Biblia, es el Jefe de las
Milicias Celestiales. En la familia surgen algunos Tenientes, de hecho, mi
tatarabuelo y su padre tuvieron esta profesión. Y más recientes, mis tíos José
y Pelayo Guerra Bertrana, los aviadores.
En
la familia se instituyó así que cada año y por siempre, el último domingo de
septiembre, se celebraran fiestas en Tejeda para alzar la figura de San Miguel.
Según cuenta la cronista de este pueblo, Serafina Suárez García, y corrobora el
estudioso Ildefonso Guerra Cabrera ¾perteneciente
al mismo clan familiar que se viene relatando¾
José Antonio Guerra Suárez, presbítero y capellán del Hospital de San Martín,
dedicó él y su hermano, Alonso Guerra Suárez, recursos propios, ambos por su
parte, a la reconstrucción de la iglesia de Tejeda, allá por el año 1820. Un tiempo
antes, el presbítero había encargado al escultor José Luján Pérez el talle de
una estatua de San Miguel, que estuvo en aquel templo hasta su deflagración en
1920, junto a otras obras de arte y elementos del culto eclesiástico.
Mi tío tatarabuelo sacerdote escogió
la figura del Arcángel San Miguel, ya que este santo, desde siglos atrás,
representaba la salvación de las almas en el purgatorio. Era una tradición de
culto muy extendida en España y en los otros pueblos de las Islas Canarias que
San Miguel ejerciera de juez de las ánimas del purgatorio, por eso lleva una
balanza y una espada. Con su espada guerrera, ataca a Satanás y otros monstruos
malignos que pretenden alterar la purgación de los pecados que aún le quedan a la
persona en trance hacia el más allá. Y con la balanza, el santo mide las obras
buenas y malas realizadas por el ser mortal, para determinar su acceso a la
gloria eterna en el reino de los cielos, o su pase al infierno. Para obtener
una sentencia definitiva y salomónica, pero beneficiosa, ayudaba que el ser
mortal encargara misas en su memoria, y las dejara pagadas en dinero contante,
o en su defecto, en propiedades u otros recursos, duraderos o perecederos,
según tuviera. Las cofradías de ánimas también pretendían ayudar con sus rezos
y responsos a la salvación de los difuntos que no tuvieran recursos materiales,
enfermos enajenados, o personas desarraigadas que vinieren de otros lugares. Todos
merecían purgar las almas, si las obras hechas en esta vida, las buenas y
malas, tuvieran cierto equilibrio.
Por
eso los Guerra, de Tejeda, fueron ayudantes extremos de los débiles y
desposeídos. De todos ellos, algunos de sus miembros llegaron a cumplir hasta
los cien años, por todas las limosnas, misas, entregas a la Iglesia, ayuda en
los centros de cuidado, y ejercicios espirituales que practicaron. A cambio de
esas prestaciones socio-religiosas, Dios les otorgó más tiempo de vida, y casi
no tuvieron que permanecer siquiera días de evaluación en el purgatorio. Una de
esas personas ha sido mi madre, Concha Guerra Bertrana, todavía viva. Su abuelo
José Domingo Guerra y Guerra se aseguró que la gracia de Dios se mantuviera
sobre las ánimas de los difuntos de la familia, y si fuera necesario, socorriera
las almas desprovistas de los pobres, para lo que destinó una parcela de
terreno productivo a la exclusiva financiación de la acción de gracias por San
Miguel, que se celebraría cada 29 de septiembre de todos los años, hasta el fin
de los tiempos. El clan de los Guerra prosiguió la tradición, de forma que el
último domingo de septiembre, en la iglesia de Tejeda se reza misa, se habla
con los fallecidos en la intimidad, se saca el trono, se queman voladores a su
paso, se cantan alabanzas y Te Deum, y,
finalmente, se comparte comida, bebida y fiesta, por los miembros vivos de
ascendencia Guerra.
Fabuloso, súper documentado, que trabajo! Felicidades! Sigue dando Guerra
ResponderEliminarQue buen artículo Aniano me encanta. Ya se porque te pusieron
ResponderEliminarANIANO GERTRUDIS
Pues ya ves, no solo Aniano, también Gertrudis, imagina que desfase, como dicen ahora...
EliminarTremendamente interesante. Muchas gracias de parte de una Guerra de Tejeda
ResponderEliminarMe alegro que te gustara, Guerrita.
EliminarEnhorabuena Aniano por esa magnífica reconstrucción histórica de nuestra familia sus vínculos y vicisitudes. Un abrazo
ResponderEliminarGracias primo, hay mucho que rebuscar y hablar, para seguir disfrutando.
EliminarTrabajo estupendo y necesario, para que las nuevas generaciones de la familia, conozcan sys rauces y ancestros. Felicidades y un abeazo.
ResponderEliminarMuchas gracias a tí, y sí, son los que vienen los que deben conocer sus antecedentes, porque como está cambiando el mundo, se olvidarán de todos nosotros.
EliminarEl cantante dominicano de merengue Juan Luis Guerra es de ascendencia canaria. Nos lo dijo el en una ocasión en que vino a actuar a Gran Canaria. ¿Sabes si es familia de Vds.? Saludos y enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarEs una buena pregunta Antonio, habría que estudiarlo. Lo cierto es que todos los Guerra de la isla, en un momento dado, tuvieron que salir del mismo tronco, así que Juan Luis es como un primo...y además me encanta su música.
EliminarAunque lo he leído tarde,me ha encantado,soy de Tejeda y mi padre Román Cabrera Bertrana nos lo había contado..claro!! Leerlo es más sereno,lo recuerdas con agrado y revives vivencias...
ResponderEliminarMe imagino que eres Aniano Hernández Guerra...
Pues el artículo llegó a mi por casualidad,indagando...una compañera de trabajo me dijo: mi bisabuela era de Tejeda"...tirando del hilo...me quedé encantada con tu relato...
Al fin y al cabo somos " parientes en tercer o cuarto grado" vete tú a saber.
A seguir!